Sunday, August 23, 2015

Chuquisaca Escuela Suzuki, el gusto por la música



La música no siempre se aprende por obligación. Las malas experiencias dicen que se ha vuelto una costumbre que padres envíen a sus hijos a escuelas de música por gusto propio y no por el de los directos involucrados.

La Escuela Suzuki Sucre es un ejemplo de academia diferente, que se aleja de la típica educación conservadora y formal en la que el maestro dicta clases “magistrales”. Allí, se inculca el aprendizaje por gusto y no por obligación, con el añadido de que los alumnos estrechan fuertes lazos de amistad.

En Suzuki, la más pequeña de los estudiantes tiene tres años y la más adulta, 64. También es una academia inclusiva: una adolescente con cierta discapacidad logró leer música y tocar un instrumento, al que ahora adora.

“Formando mejores personas a través de la música”, es el eslogan con el que trabajan en esta escuela. ECOS conversó con varios alumnos y se encontró con la coincidencia de que, para ellos, el hecho de aprender a tocar un instrumento les está cambiando la vida en forma positiva.

Filosofía Suzuki
El gerente general de Escuela Suzuki Sucre, guitarrista y percusionista del Ensamble, Pablo van Linden, comenta que esta institución se basa en la filosofía Suzuki, en la que se formó la directora de la academia, Karina Carrillo. Ella es una de las siete maestras de Bolivia que se formó bajo los lineamientos de esta pedagogía.

“Yo también soy músico y puedo ser un gran guitarrista pero, eso no me hace un buen profesor porque yo no sé enseñar; esa es la gran diferencia. En cambio Karina lo hace muy bien porque así se formó”, agrega al respecto Van Linden.

Carrillo y Van Linden se dedican en un cien por ciento a la instrucción de los niños dictando clases durante diez meses al año, con formación integral: enseñan a tocar música y también valores como la constancia, la disciplina y el cumplimiento de los horarios. Incentivan el compañerismo entre los alumnos al fomentar la ejecución musical en conjunto; por ejemplo, “Estrellita” es un tema que sabe interpretar desde el más pequeño hasta el más adulto.

Según Van Linden, resulta difícil comprometer a los padres de familia a que apoyen a sus hijos con la puntualidad, o hacer que practiquen todos los días en casa el instrumento. Sin este apoyo, de acuerdo con la filosofía de esta escuela, la participación del alumno sería un fracaso. “No somos un cursito que enseña uno o dos meses el instrumento, enseñamos durante diez meses, así como en los colegios”, apunta su Gerente General.

Actualmente, la Escuela Suzuki tiene 63 alumnos y otro grupo se está formando en la primera Orquesta de Cuerdas del colegio Don Bosco. Entre todos, suman más de 100. También está el Ensamble, integrado por los alumnos más destacados.

Los estudiantes pasan clases dos días a la semana y el sábado se reúnen todos. La mensualidad tiene un costo de Bs 180 y se paga una cuota anual, para gastos operativos, de Bs 350.

Uno de los requisitos es que los niños cuenten con su propio instrumento. Los padres tienen la libertad de adquirir el que vean por conveniente, ya sea nuevo o usado.

“La enseñanza es una labor muy sacrificada y muchas veces poco valorada por los padres de familia y los propios alumnos; ellos deberían entender que el tiempo que se invierte en un estudiante es muy valioso. Cuando Karina termina sus clases, en la noche, queda totalmente carente de energía”, dice Van Linden.

Los alumnos
Jovanna Rivera, mamá de Ana Lucía Canaviri, inscribió a su hija a un curso de estimulación temprana que Karina Carrillo dictó a principios de 2014. Su niña era muy tímida y los cursos la ayudaron a socializar y congeniar con sus pares; ahora le gusta mucho la música y el violín.

“La música es una pasión y ayuda a los niños a disciplinarlos y a ser consecuentes. Ana Lucía lleva su violín a todas partes y dice: ‘tengo que tocar, tengo que tocar…’ sin que nadie la obligue”, cuenta su experiencia Jovanna.

“Karina es una maestra muy paciente, persistente y consecuente que brinda una educación personalizada. Nosotros somos de La Paz, donde hay muchas academias, pero he podido ver que no hay ni uno con estimulación temprana para que los pequeños gusten de la música”, agrega ella.

Por su lado, Rosario Molina, de profesión bioquímica farmacéutica y parte del Coro Antonio Auza, es mamá de una de las alumnas del Ensamble Suzuki y a la vez estudiante.

Rosario relata que a ella de niña le gustaba la música clásica y tocaba el piano de oído porque no tuvo la oportunidad de tener la guía de un profesional.

Cuando supo de la existencia de la Escuela Suzuki inscribió a su hija, Giselle, que fue una de las primeras alumnas. Desde entonces hizo seguimiento de sus avances y vio el gusto que ella adquirió por la música.

Con el tiempo, también Rosario se animó a aprender y fue muy bien acogida en la academia. “Karina, realmente, tiene mucha paciencia para enseñar. Aprendí de a poco a leer música. Tener esta escuela en Sucre es un privilegio, hay potencialidad a través de la enseñanza”.

La música sirvió para que madre e hija se acercaran más; su relación mejoró y ahora son más amigas. Giselle es la mejor alumna de su curso y cumple con todas las obligaciones del colegio.

Para el papa Francisco
El Ensamble llegó a La Paz para dar un concierto en atención a una invitación hecha por el ministro de Culturas y Turismo, Marko Machicao. Estuvieron días antes, para participar del homenaje a Luis Espinal y para recibir al papa Francisco en El Alto.

Sin embargo, la cantidad de gente y la imposibilidad de movilizarse evitó su llegada a El Alto. Finalmente lograron ingresar a la plaza Murillo, donde interpretaron su música durante diez horas seguidas, animando a la población que les aplaudió y brindó muestra de afecto proporcionándoles bufandas y caramelos para soportar la extenuante jornada. El grupo, de 15 músicos, vistió ponchos y sombreros de Tarabuco.

En esa misma jornada fueron entrevistados por radios y canales de televisión en español, quechua y aymara. “Fue mágico porque estuvimos frente al Papa cantando y tocando, le dedicamos una canción en quechua, de Luzmila Carpio, Wiphalitay”, detalla Carrillo.

Actividades
La Directora de Escuela Suzuki Sucre comenta a ECOS que el Ensamble participará en un concierto en el teatro Gran Mariscal, los primeros días de septiembre, junto con la academia Gil Dance.

También asistirán a un encuentro de orquestas folclóricas en Santa Cruz, del 24 al 27 de septiembre, pero deben gestionar los recursos económicos para participar en ese evento. “Es una inversión y a la vez un gasto para los padres, porque ellos son los que proveen los recursos”, dice.

Por otra parte, junto con el cuerpo de baile de Marina Prudencio de Chávez se presentarán en el Paraninfo Universitario, en un acto organizado por la Fundación Carlos III y la Universidad San Francisco Xavier, para homenajear a unos chefs internacionales. Allí interpretarán música barroca misional, exclusiva de los archivos de Bolivia.

Beneficios de la Escuela Suzuki
Un niño de la academia Suzuki aprende a respetar la constancia y la rutina de los ensayos cada día. Ese compromiso lo aplicará en cualquier otra actividad de su vida, aunque deje de hacer música.

La rutina, la disciplina y la constancia son aspectos que adquieren para toda la vida.

Según estudios científicos, el desarrollo cognitivo de la inteligencia se desarrolla más en algunos aspectos en el cerebro.

Los niños y niñas que tocan violín y flauta se destacan más en matemáticas, porque su cerebro también ha sido desarrollado en ese sentido.
Fuente: Escuela Suzuki Sucre

FRASES
- “Yo ingresé a la Escuela Suzuki para aprender a tocar violín pero me gustó más la flauta dulce, en el colegio también me está yendo bien. Tocamos junto con mi abuelita Alicia, somos compañeros”. Carlos Salinas (12), estudia en el colegio Simón Rodríguez y toca flauta dulce desde hace más de tres años.

- “Tocar violín es una puerta que abre puertas para muchas oportunidades; para viajar a otros lugares del mundo, por ejemplo”. Montserrat van Liden (10), estudiante de cuarto de primaria del colegio Don Bosco, dice que toca el violín desde que tiene uso de razón.

- “Desde que vi un concierto en la tele me gustó el violín. Ahora, en la academia, siento que es mucho más de lo que yo esperaba. Me encanta”. Nayra Zelaya (16), alumna de quinto de secundaria del colegio La Inmaculada. Toca el violín desde los cinco años.

- “Desde que escuché a mi maestra tocar la viola, me encantó y me abrió las puertas a una nueva vida. Antes solo jugaba fútbol. Ahora estoy cada vez más disciplinado y mejor en mis estudios”. Mateo Arce (14), alumno de tercero de secundaria del colegio Don Bosco. Toca el viola desde hace un año.

- “Me fue difícil aprender a tocar la flauta porque tenía artritis y otros problemas de salud; también me sirvió como terapia para desenvolverme en cualquier lugar. Ahora, orgullosamente puedo decir que toco música nacional, rondas y de otros países”. Alicia Mancilla (64) es madre y abuela, toca la flauta desde hace dos años y medio.

- “Para mí, el violín es un instrumento que te calma la ira y todas las emociones que sentimos. La escuela es muy divertida y mi profesora es muy tranquila, solo se enoja cuando hay razón”. Guillermo Cuéllar (10), cursa el quinto de primaria en la Escuela Juana Azurduy de Padilla y toca el violín desde hace seis años.

- “Yo toco violín, chelo, flauta dulce y flauta alto. Los instrumentos me dan vida porque siempre me la paso tocando; practico mucho, durante varias horas al día, no pienso dejar de tocar los instrumentos”. Giselle Silva (14), ingresó a la Escuela Suzuki en 2008, cuando tenía siete años.

- “Soy de Alemania pero ahora vivo en Holanda, vine a visitar a Karina, mi maestra de viola hace unos años. Ahora ya no estoy tocando porque no pude encontrar un maestro allí. A mí me gusta la manera cómo enseña Karina”. Nathalie Friese (22), estudiante de Biología en Holanda.

- “Aquí he aprendido a tocar música, cosa que no he podido hacer en otra parte, a mí me encanta la música y la academia, es difícil pero estoy pudiendo. Aquí me siento bien, todos son mis amigos y mi maestra es muy buena”. Fátima Carvallo (17), asiste a la Escuela Suzuki un año y medio.

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